ALGO DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN
Sto. Domingo le decía a su hermanos:
· Primero contemplar, y después enseñar.
·
Predicar siempre y en todas partes.
Todos los días pedía a Nuestro
Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los
demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus
discípulos que pidieran a Dios constantemente.
Hacía estrictas penitencias:
·
Temporadas
de 40 días de ayuno a pan y agua.
·
Siempre
dormía sobre duras tablas.
·
Caminaba
descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve.
·
Soportaba
los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra.
·
Predicaba a pesar de estar enfermo.
Nunca mostraba desánimo. Era
el hombre de gran alegría y del buen humor.
Sus compañeros decían: "De día nadie más
comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la
meditación". Pasaba noches enteras
en oración.
Sus libros favoritos eran el
Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo
para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus
discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página de
la Biblia.
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