Hola amigas y amigos: compartimos con ustedes un cuento. es muy bueno y nos ayuda a todos a mostrar siempre nuestro verdadero rostro ante los demás, y sólo así, seremos sensibles ante las alegrías, sufrimientos, penas y todos los otros sentimientos de las personas.
Érase una vez un hombre que tenía siete máscaras diferentes,
una para cada día de la semana. Cuando se levantaba por la mañana, se cubría
inmediatamente la cara con una de sus máscaras. Después, se vestía y salía para
ir a trabajar. Vivía así, sin dejar ver jamás su verdadero rostro.
Pero una noche, mientras dormía, un ladrón le robó sus siete
máscaras. Al despertar, cuando se dio cuenta del robo, se puso a desgañitarse
gritando: <<¡ Al ladrón, al ladrón!>>. Después se puso a recorrer
todas las calles del pueblo en busca de sus máscaras.
Las personas lo veían gesticular, jurar, y amenazar a la
tierra entera con las mayores desgracias si no llegaba a recuperar sus
máscaras. Se pasó la jornada entera buscando al ladrón, pero en vano.
Desesperado e inconsolable, se derrumbó, llorando como un
niño. Todos intentaban reconfortarlo, pero nada podía consolarlo.
Una mujer que pasaba por allí se detuvo y le preguntó:
-
¿Qué te pasa, amigo? ¿Por qué lloras así? Él
levantó la cabeza y respondió con voz ahogada:
-
Me han robado mis máscaras, y así, con el rostro
descubierto, me siento muy vulnerable.
-
Consuélate –le dijo ella-, mírame a mí, que
desde que nací siempre he mostrado mi rostro.
Él la miró durante un largo rato y vio que era muy bella.
La mujer se inclinó, le sonrió y enjugó sus lágrimas.
Por primera vez en su vida, el hombre sintió en su rostro la
dulzura de una caricia.
¡¡¡ DIOS BENDIGA A TODAS Y TODOS !!!
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