
El sábado pasado culminamos un año más de esta “aventura divina”. La jornada comenzó la noche del viernes con la cena festiva, acompañados por Mons. Gonzalo. El sábado con el acto de clausura y la misa, presidida por el P. Luis Ortiz. Fue un día entrañable y emotivo, de nostalgia y de alegría. En fin, tantos sentimientos que acudieron al corazón, pero indudablemente el más importante, de acción de gracias: al Señor por habernos sostenido y llevado de la mano, por ser nuestro consuelo y esperanza, en esta tarea formativa, ardua y desgastante, pero al mismo tiempo, apasionante y llena de frutos.
Emociona y satisface, ayudar a los menores en el inicio de su itinerario vocacional: despertar la ilusión, sembrar la semilla, acompañarla en su crecimiento y maduración, ver sus luchas y victorias.
Culminaron su formación setenta y cinco seminaristas, de los cuales quince concluyeron el Bachillerato. Rezamos y les encomendamos para que sean generosos, que vale la pena! Esperamos vernos el próximo año…en el seminario Mayor!
Nos alientan los frutos. De las próximas ordenaciones, que esperamos con mucha ilusión, se ordenarán cinco ex-alumnos y un formador, el Dcno. Rigo. Y aunque el ciclo lectivo terminó, estamos ya planificando, alentados por el Obispo, las convivencias y entrevistas para el próximo año.
Agradecimiento especial a todos aquellos que, con su oración o ayuda material, hicieron posible esta apasionante tarea: amigos y bienhechores, sacerdotes, profesores, padres de familia, etc. por su cercanía y compañía.
Estudio, alegres canciones,
aires de casa y hogar,
cuna de mil vocaciones:
¡el Menor de Sololá!



