En este segundo día del Triduo, el P. Lee, rector del Seminario, propuso la meditación de San José como Maestro de vida interior. Nadie en la tierra -después de Nuestra Señora- tuvo un trato aisduo, amoroso y cercano cono Jesucristo.
Nos invitó a acudir con confianza a nuestro Patrono, para que nos enseñe a tratar al Señor, a no acostumbrarnos a su presencia, a no dejarnos llevar por la rutina. Todo camino que comienza con San José termina en Jesús.
Al final de la reflexión, nos invitó a repetir como jaculatoria: Jesús, José y María, les doy el corazón y el alma mía.
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