10 INDICACIONES DE MARíA
EN EL AÑO DE LA
FE
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1. Pronuncia un
"sí" cuando tengas que responder
afirmativamente en aras a la justicia y al bien común. Por el contrario,
recuerda que a veces un "no" a tiempo, es -a la larga- un
"sí".
2. No huyas de tus
responsabilidades. Hay cosas que, si tú no
las haces, nadie las realizará por ti. Nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios. En Nazaret, Dios, me hizo ver, en mi pequeñez, mi papel a
desempeñar.
3. Sal de ti mismo.
No te cierres en tus problemas, inquietudes o alegrías. Cuando yo me enteré de
que estaba llena de Dios, sin pensarlo dos veces, marché corriendo para ayudar
a mi pariente Isabel.
4. No te preocupes por lo qué
dirán de ti o qué pensarán de ti. Por sorpresa
recibí el anuncio del ángel y con muy poca compañía, acogí el nacimiento de mi
hijo Jesús. Lo importante es tener y ser feliz con lo que uno ama. Lo demás, es
secundario y te quita energías.
5. Deja que los demás
disfruten de tu alegría. Cuando ésta se
comparte, se multiplica. Los pastores y los reyes, me hicieron ver que el gozo
hay que vivirlo con los primeros que llaman a tu puerta.
6. Protege a los tuyos.
Sobre todo si crees que el peligro puede frustrar su felicidad, su trabajo, su
fama o su destino. Con José y Jesús, camino de Egipto, aprendí que no es bueno
instalarse en la comodidad.
7. Intenta comprender y
entender las ideas que, más allá de la ideología, fomenten la fraternidad y la
presencia de Dios. De Jesús, en más de un
momento, me costó asumir sus palabras, actitudes y comportamiento. Luego,
concluí, que Dios andaba por medio.
8. Potencia la verdad de la
fiesta. No te conformes con una fiesta maquillada. El éxito de un banquete no lo da lo que llena la mesa, sino la
suma de todas las actitudes de los comensales. En Caná, con una indicación, me
sumé a lo que podría haber sido un fracaso. Jesús quiere una auténtica
diversión para nosotros.
9. Muéstrate agradecido.
No te importe decir gracias mil veces o las que hagan falta. La gratitud,
además de producir bienestar en la otra persona, hace que nuestro interior
quede más relajado y con la conciencia más tranquila. Cuando Dios me visitó, lo
único que le dije es: ¡gracias!
10. No olvides de "estar
ahí" en los momentos donde, otras personas, sufran, lloren o mueran.
La soledad es una de las peores cruces que el hombre y la mujer de la sociedad moderna
lleva. Mi hijo murió, en la dureza de una cruz, abandonado, pero conmigo a sus
pies. Miles de hombres y mujeres siguen muriendo sin otros tantos darse cuenta de esa
tragedia.
Este decálogo, mariano, se
resume en una frase: no olvidemos que -la sociedad- puede emerger de verdad, si
la sabemos sembrar de valores cristianos.
María nos ayuda en este
Año de la Fe
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