La Eucaristía, vida de nuestra fe.

De este modo
necesitamos entrar en la Eucaristía nosotros. Confiando al Señor todas nuestras
cosas, todos nuestros problemas y más aquellos que son para nosotros
insolubles, que parecen invencibles. Jesús ya tiene la solución, aunque
nosotros no la conozcamos todavía. Es verdad, muchas veces no la vemos, miramos
más las posibles e ineficaces soluciones que humanamente podemos pensar, que el
poder del Hijo del Hombre. Si no podemos comprar la solución parece que no
podemos hacer nada. Pero aquí está la solución y deriva directamente de la fe.
Es la esperanza nueva en contra de todas las esperanzas humanas ya caídas. Por
esto necesitamos reconocer al Señor que comparte con nosotros el Pan, Su propio
Cuerpo.
Así está siempre presente entre nosotros y
quiere saciar el hambre de cada hombre, ante todo, el hambre de fe y de
esperanza. El hambre de amor. Él mismo se ofrece como Pan en cada Eucaristía,
para que podamos comer y beber y nos saciemos. Directamente. Por eso hay vida
en nosotros. Por eso nuestra fe vive fuerte y eficaz. Por Él, por Su Cuerpo y
Su Sangre. La Eucaristía es como la Fuente de la fe viva que se da en
abundancia para todos. Que es suficiente lo mismo para el hombre creyente que
para aquellos que se encuentran en su camino. Descubrir la fuerza de la
Eucaristía es descubrir lo único que es verdaderamente necesario en nuestra
vida. Tras esto llegará o no el resto, pero la Vida ya está en nosotros. Amén.
¡¡¡ DIOS BENDIGA A TODAS Y TODOS !!!
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